En nuestro camino de Delhi a Bikaner, el guía fue nuestra perdición. Conoce las carreteras menos que nosotros y, si no fuera porque no habla ni inglés ni español ni el lenguaje de signos (ni ningún otro, porque no lo hemos escuchado todavía decir una palabra) y no tenemos forma de comunicarnos con él, ya le habríamos dicho que adiós muy buenas. En resumen, podría ser buen alcalde en cualquier ciudad de España porque sólo le harían falta 200 asesores para hacer su trabajo.En fin, nos condujo ocho horas por el desierto totalmente desorientado, sin un alma por el camino, sin cambiar el gesto ante nuestras preguntas, sin agua, sin comida, sin baño....