CAMBIO A MI MADRE POR UN CAMELLO. MEJOR VER

Nuestra dosis diaria de aventura marroquí

Rabat, primera parte

¿ Cuando salí de Salé dejé enterrado mi corazón.

domingo, 29 de septiembre de 2013

El bazar de las sorpresas

Colmadas y superadas nuestras expectativas (cinéfilas y marujiles), nos dimos una vuelta por la kasbah y la ciudad amurallada de Ouarzazate, a la sazón la que poseyeron Michael Caine y Sean Connery en El hombre que pudo reinar (John Houston, 1975). Y luego, en el bazar, y ya sí que rematamos el día, nos esperaba una sorpresa alucinante. Entre regateadores, rezos cinco veces al día y odres polvorientos vimos, negro, sonriente, a lo lejos y solo a… Freeman, ¡MOR-GAN FREEMAN! ¿Morgan? Lo llamamos esperanzados. ¿Aló? Nos respondió él, amabilísimo, simpatiquísimo. ¿Foto with nosotros, Morgan, please? Qué nervios. Qué momento... ¡qué flaco...

Cartón piedra al canto

Ouarzazate. Ocho horas de camino, las que tardamos en llegar hasta aquí desde Agadir, y todavía nos cuesta pronunciar el nombre de este pueblo barrido por los vientos del Sáhara y al que un detalle lo ha situado en el mapa mundial: es la meca del cine africano.  Que sí, que tiene una kasbah milenaria del pachá fulano, que si no hay nada igual comparable a sus construcciones típicas bereberes, que si los oasis te dejan ojiplático, que si las rutas en camello son una experiencia religiosa… ya... pero nosotros solo hemos venido a ver una cosa: los estudios de cine más importantes de Marruecos, y los más grandes del mundo, los Atlas Studios,...

viernes, 27 de septiembre de 2013

29 de enero de 1960: 11.45 horas

Por un error informático y mental, la entrada sobre Agadir se ha borrado, la reescribiremos en breve...

jueves, 26 de septiembre de 2013

Última noche en Marrakech

Ya estamos en Agadir. Ayer fue nuestra última noche en Marrakech y quisimos acercarnos al legendario hotel La Mamounia, sinónimo de distinción y glamour, y uno de los más lujosos del mundo. Como no nos sobraban en ese momento unos cuantos miles de dírhams para pernoctar, decidimos entrar (con una pequeña mentira, Alá sepa perdonarnos) sólo para hacernos las finas (a Guille no lo dejaron pasar por llevar pantalón corto) y de paso alguna foto en su precioso jardín. Después, volvimos al territorio donde nos movemos como peces en el agua, más cutre, más afectuoso y, especialmente, más divertido. ...

Aquí los mininos son lo maximino

Gatos y gatos. Los marroquíes, y los musulmanes en general, tienen predilección por los mininos, a los que otorgan un carácter sagrado, y éstos están muy presentes en sus vidas. Hay gatos en las mezquitas, en los palacios, en los cementerios... y hasta en la sopa. Parece que el Profeta tenía una gatita llamada Muezza que se quedó dormida sobre la manga de su túnica antes de que él saliera. Entonces, para no interrumpir su descanso, cortó la tela y abandonó la habitación muy despacio, con extremo cuidado y volviendo la vista hacia atrás enternecido. Al volver, Muezza lo recibió con mimo, arqueando su lomo, y Mahoma entonces le...

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Berebera

Mucho podríamos decir de lo que está siendo nuestro viaje a Marruecos. Mucho que sin embargo será siempre poco en comparación con lo que vivimos, vemos y olemos (los que tenemos ese sentido vigente) cada minuto que pasamos aquí.  No podemos transmitir la especial sensación del paso del tiempo, la de escuchar la llamada a la oración al amanecer (nosotros también decimos una oración cada vez que la oímos, a eso las seis de la mañana, y empieza por mecagoen...!), o la mirada que se clava detrás de un velo, o el subidón después de un buen regateo, y tampoco podemos transmitir, es imposible, la sensación de miedo, estupor y frustración...

Perdidos en Majorelle

El Jardín Majorelle es un punto y aparte, uno más de los muchos puntos y aparte, con los que uno se embelesa en Marrakech. Lugar increíblemente bello, el artista expatriado francés Jacques Majorelle, allá por 1924, diseñó y enriqueció este espacio con especies procedentes de los cinco continentes: 1.800 variedades de cactus, flores tropicales, plataneras, bambúes, plantas acuáticas, hongos gigantes y 400 variedades de palmeras. Más tarde, en 1980, Yves Saint-Laurent y su amigo Pierre Bergé lo adquirieron y restauraron. Hoy, a quien lo visita se le queda grabada en la retina su luz, belleza, colores estridentes,...

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Uno a uno

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