CAMBIO A MI MADRE POR UN CAMELLO. MEJOR VER

Nuestra dosis diaria de aventura marroquí

sábado, 21 de julio de 2012

Viernes y sábado viajero

Para el viaje hemos comprado tres kilos de fruta. A ver dónde termina.
Y ahora sí, seis horas de avión y llegamos por fin a la capital de Uzbekistán que a decir de Wikipedia es Tashkent.
Nada más entrar en el aeropuerto nos tropezamos con un calor a mansalva que nos avisa de lo que vamos a pasar en la India y con una alfombra enorme para los rezos donde dan ganas de echarse una siestecilla. Seguimos explorando.
Los uzbekos hablan un ruso con acento gallego. En el aeropuerto hay sólo dos negocios: una tienda duty free que vende los magnets que suben el listón de objetos más feos del mundo y un restaurante raro donde las moscas revolotean alrededor de dos tíos que hay durmiendo a pie de barra, a los que nos sumamos. Dormimos como angelitos, abrazados, pero no entre nosotros, que aquí está mal visto, sino a nuestras mochilas, rodeados de policías uzbekistanos que parece que acaban de llegar de una guerra.

Por delante nos esperan doce horas de aeropuerto.
Los tres kilos de fruta empiezan a pudrirse, pero nos da pena tirarla y decidimos seguir cargándola.
Para entretenernos Guille me enseña a barajar, jugamos al póker, hacemos guerra de sudokus y empezamos a ver una película en el ordenador mientras nos acomodamos en un sofá lleno de manchas marrones. Nos dormimos, otra vez, a los tres minutos. La pared del aeropuerto es dorada y las azafatas van con zapatillas de andar por casa. A ver si sale una y le podemos hacer una foto.

Qué hambre. La fruta ya está en la basura. Nos llevan a otra terminal, más nueva, donde hay internet, y ahora sí que estamos entretenidos. Ahí va el post.así que aprovechamos para escribir el blog lo siguiente: FAMILIARES Y AMIGOS COTILLAS: ESTAMOS BIEN. ESTAMOS ENCANTADOS.
Namastepensamiento de Guille:
“Consejo para ellas: en los baños de Uzbekistán poned los pies en las marcas indicadas en el suelo para dicha función, o correréis el riesgo de mearos los pies. Me han prohibido contar cómo lo he descubierto”.

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