A falta de otra cosa mejor que hacer en Fez, nos empapamos de sapiencia islamista. Leemos en internet: La súplica es un acto obligatorio de adoración. El Profeta dijo: Aquél que no suplica a Alá, Alá se enoja con él. Alá ama las súplicas de sus siervos, ama a los que insisten y repiten sus súplicas con esperanza.
Estas inspiradoras palabras nos abren el corazón.
Nos plantamos en la sala de oración de la madrasa Al-'Attarin de Fez (u otra parecida, que para eso teníamos un guía que se lo inventaba todo), y Guille vio la luz... así que decidió hacer un poco de gimnasia suplicatoria, a ver si así tenía alguna mínima posibilidad de que se le abrieran las puertas del Paraíso.
Alá dame un camello...Alá dame un camello...
Alá dame un camello...
Al... ¿Alá?... ¿¿¿perdona???
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