CAMBIO A MI MADRE POR UN CAMELLO. MEJOR VER

Nuestra dosis diaria de aventura marroquí

viernes, 9 de mayo de 2014

De cero a cuarenta grados y vuelta a casa

Estuvimos una semana en Leh (a cero grados). Por aquello del mal de altura había que ir muy despacio y tardábamos mucho en hacer cualquier cosa. Después, olvidamos nuestros sueños de Bollywood porque ya solo nos quedaba tiempo para hacer una visita rápida a Delhi (38 grados) y terminar en Bombay (cuarenta grados).
A nuestras familias: que ya llamaremos a la vuelta. A nuestros amigos, que ahora toca quedar para contar batallitas y ver fotos, que nosotros también hemos sufrido unas cuantas vacaciones ajenas. Gracias a todos por seguirnos y por sus comentarios, que tanta vidilla han dado a este blog (y a nuestros tiernos corazoncillos). Aquí dejamos fotos, estamos en cuenta atrás y ya no tenemos tiempo para más.
Delhi...
Un niño limpia el suelo de una pequeña mezquita.
Transporte escolar.
Nos dijeron que este hombre era un santo, y debe ser verdad, porque se negó a bendecirnos.
Vendedor de hojas de bétel, donde se envuelve el tabaco (y otras sustancias) de mascar.
La ciudad a pedales.
El Bikaner Sweets, la mejor comida india de la India, y por ende del mundo.
Main Bazaar.
Un día corriente, en una calle cualquiera de Delhi.
Aunque íbamos con los días contados, nos acercamos una mañana al templo sij de Delhi, el Gurdwara Bangla Sahib, porque los sij son nuestra debilidad desde el día en que casi nos ensartan cual pinchos morunos por hacer la bicicleta en el Templo Dorado de Amritsar. Sus cánticos piadosos resonaban por todo el complejo.
Selfie forzado en la entrada del templo.
El agua de su estanque sagrado está considerada milagrosa desde que curara a cientos de infectados por una epidemia de cólera que asoló Delhi en el siglo XVII. Desde toda la India miles de personas, independientemente de su religión, acuden allí cada año a llevarse unos litros o, simplemente, ponerse un rato en remojo.
El estanque sagrado.

Después del pacífico templo sij volvimos a la gente, la música, la algarabía, los coches, los mercadillos, los empujones, en fin, a la vida en las abigarradas calles de Delhi... A partir de este viaje ya nunca más nos va a importar que alguien invada nuestro espacio personal.




Esto es Bombay...
Hotel Taj Mahal, en la Puerta de la India.
Victoria Station.
Abuela y cuervo.
Familias de la calle.




Delante del rascacielos, una chabola.
Es increíble lo rápido que pasa el tiempo en la India (y lo despacio, por poner un ejemplo, en las salas de espera de los hospitales). Hemos tenido que aprender a decir gracias en cinco idiomas, de lo bien que nos han tratado. Todavía estamos aquí, ahora en Bombay, y ya lo echamos todo de menos, hasta el ruido. O especialmente el ruido. 
Namasté.

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